El desarrollo de software es un desafío complejo. El despliegue de plataformas educativas está lleno de cientos de variables aleatorias difíciles de detectar en la fase previa al lanzamiento. Para depurar el proceso y perfeccionar el resultado existen los Living Lab.
Pruebas controladas de ciertas partes funcionales con un grupo seleccionado de participantes en situaciones muy parecidas a las reales.
Para lograr sistemas limpios de impurezas es necesario establecer una red de indicadores y flujos de trabajo muy precisos.
El resultado final es un producto con una experiencia de usuario más satisfactoria, lo que aumentará el impacto de las acciones formativas o servicios que albergan las plataformas.
Solo una organización experimentada como la nuestra, con un Know-How basado en proyectos de éxito como Guadalinfo y CYL Digital, puede lograr estos niveles de excelencia.
La posibilidad de validar las soluciones propuestas en entornos reales pero con una monitorización no intrusiva «sacando a la calle la preproducción», permite crear flujos de trabajo con esta filosofía no solo hace más rentables futuros procesos si no permite a todos los participantes ser más receptivos a futuras actualizaciones o mejoras de servicios.
La TIC´s han abaratado enormemente las inversiones necesarias para establecer living lab muy escalables en dimensión de usuarios/as y métricas o parámetros a recopilar.
Conforme los participantes ganan en confianza y se gana en proactividad se genera una nutrida comunidad, la cual se convierte en un foco de sugerencias, ventas potenciales, sistemas de betas y producción continua.
Desde su desarrollo por el MIT, cada vez más áreas productivas están implementando esta herramienta de trabajo, entre las que podemos destacar :